SOSTENIBILIDAD

Blue bonds, la última innovación ecológica del mercado financiero

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Blue bonds, la última innovación ecológica del mercado financiero
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CaixaBank

09 Enero, 2022


La sociedad actual muestra una preocupación cada vez mayor por el cuidado del medioambiente y la protección del planeta. Los primeros en reivindicar esta preocupación fueron los consumidores, a los que siguieron las empresas, con sus programas y estrategias de emprendimiento dirigidas a la sostenibilidad.

Esta preocupación, que ha llevado incluso a la creación de un sistema de clasificación de actividades económicas según su grado de sostenibilidad, se ha hecho extensiva a los inversores, que quieren que en sus carteras se reflejen también valores éticos al alza como la ecología.

En este contexto, el sector financiero ha hecho crecer las emisiones de bonos con fines ambientales y sociales, como sucedió hace diez años con los denominados bonos verdes, un conjunto de emisiones ancla que sentó las bases para este mercado. Dicho mercado ha experimentado un espectacular crecimiento en la última década, con un total de más de un billón de dólares emitidos desde 2013, unos 860.000 millones de euros.

Ahora, esta corriente ha hecho emerger los blue bonds o bonos azules, la última innovación del sistema financiero para contribuir al desarrollo sostenible. Los bonos azules, cuyo objetivo final es proteger los mares del planeta, están actualmente en la misma posición de crecimiento exponencial que experimentaron hace diez años los bonos verdes.

En qué consisten

Cuando una empresa emite un bono azul, se compromete específicamente a invertir los ingresos en acciones que contribuyan al desarrollo sostenible de los recursos oceánicos, uno de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

Actualmente, los bonos azules no están regulados por los principios de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA), como es el caso de los bonos verdes, sociales o sostenibles. A pesar de ello, las primeras experiencias de bonos azules han demostrado el esfuerzo y el interés de las empresas por la transparencia y la responsabilidad en sus emisiones.

En este marco de confianza internacional, se han desarrollado los Sustainable Blue Economy Finance Principles, que incluyen información sobre cómo un emisor ha de evaluar la salud de los océanos a la hora de establecer sus propios estándares y cómo realizar una gestión de riesgos efectiva.

También en este contexto, a finales de 2020 se publicó la Guía práctica para emitir un bono azul, desarrollada por el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, donde se describen las mejores prácticas, puntos de referencia y marcos para aquellos interesados en emitir un bono azul alineado con una estrategia de sostenibilidad que promueva un océano saludable y productivo.

Las emisiones de bonos azules integran una serie de actividades encaminadas a alcanzar estos objetivos.

Preservar los recursos oceánicos

Es uno de los principales objetivos de los recientes bonos azules. El océano, que cubre el 70 % del planeta y produce más de la mitad del oxígeno de la Tierra, ha alcanzado un deterioro tan grave que reclama acciones drásticas.

Con este planteamiento surgió en 2018 el mercado de los bonos azules, con la primera de las emisiones, realizada por la República de Seychelles, por un importe de 15 millones de dólares, unos 13 millones de euros. El objetivo de esta iniciativa es salvar sus 115 islas que están flanqueadas por arrecifes de coral. Esta emisión contó con el respaldo de inversores como el Banco Mundial y su Fondo para el Medio Ambiente Mundial.

En septiembre de 2020, el Banco de China siguió los pasos de esta primera experiencia, convirtiéndose en el primer emisor de bonos azules de Asia. Su propuesta, con un volumen de más de 900 millones de dólares, unos 773 millones de euros, nació con el objetivo de financiar proyectos relacionados con la preservación de los océanos.

Gestión del agua

Otra de las actividades enmarcada en la acción de los bonos azules es la dirigida a mejorar la gestión y el tratamiento de los recursos hídricos. Se trata del ODS número 6, centrado en mejorar la gestión y el saneamiento del agua y la calidad de los recursos hídricos, reduciendo la contaminación, eliminando vertidos y minimizando la emisión de productos químicos y materiales peligrosos.

Con este objetivo se produjo la segunda emisión de blue bonds, en esta ocasión en Europa en 2019, cuando el Nordic Investment Bank (NIB) emitió 2.000 millones de coronas suecas en bonos azules a cinco años, equivalentes a unos 200 millones de euros. Los fondos recabados no van directamente a preservar los fondos marinos del mar Báltico, pero sí indirectamente, mediante programas de gestión de agua del país escandinavo, como mejoras en el tratamiento de residuos y prevención de la contaminación del agua.

Contaminación

La polución marina es otra de las áreas de actividad de los bonos azules. Cada año, ocho millones de toneladas de plástico van a parar a los mares. Esto supone un gran riesgo, tanto para la flora y fauna marinas como para los seres humanos, que podríamos encontrarnos estos plásticos en nuestro plato. La estimación es que, de no intervenir ante este problema, en 2050 habrá en los océanos más plásticos que peces.

En este contexto, Morgan Stanley y el Banco Mundial realizaron en abril de 2019 una emisión conjunta de bonos por 10 millones de dólares, más de 8,5 millones de euros, cuyo objetivo era encauzar el gran problema de los plásticos que inundan nuestros océanos.

Acuicultura

Aproximadamente, la mitad del pescado que se consume en el mundo procede de la acuicultura. La transformación de los procedimientos industrializados de captación de pescado a nivel mundial llevó a la FAO a la creación de un Código Internacional de Conducta para la Pesca Responsable, que estableció principios y normas aplicables a la conservación, ordenación y desarrollo de todas las pesquerías.

Los puntos centrales de este código en relación con la acuicultura establecen consignas como vigilar los efectos sobre la diversidad genética, crear planes para el desarrollo de la acuicultura, no dificultar el acceso local a la pesca, evitar prácticas que afecten al entorno, mantener la integridad de los ecosistemas acuáticos locales o promover técnicas de cultivo de especies en peligro de extinción.

Este marco de responsabilidad ambiental llevó en 2020 a la empresa noruega Mowi, el mayor productor de salmón atlántico del mundo, a emitir bonos azules por valor de 200 millones de euros para financiar actividades de acuicultura sostenible.

Estas primeras experiencias son solo la punta del iceberg de un mercado en crecimiento, el de los bonos azules, en el que se incluyen otras actividades susceptibles de financiación como el transporte marítimo, la construcción naval, el ecoturismo de costa, las energías renovables offshore o la biotecnología marina.

La OCDE estima que la economía azul representa el 2,5 % del PIB mundial y que duplicará su tamaño de aquí a 2030 hasta alcanzar los tres billones de dólares.

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